Educar la responsabilidad. Fenómeno Peter pan.

Educación de la responsabilidad. Efecto Peter Pan
La universidad de Harvard ha desarrollado un máster con el título de "Educación, mente y cerebro". La idea es aplicar todos los conocimientos que hay de la neurociencia a la educación. Los clásicos decían que la educación era el cuidado del alma. Ahora con el surgimiento de esta nueva ciencia, afirmaríamos que la educación es el cuidado y conocimiento del cerebro. Sin perder nunca de vista que la educación es la formación de la persona y la instrucción.
Estudiando con modernas técnicas la actividad del cerebro sabemos por ejemplo que al oír números se activan zonas diferentes a cuándo se leen. Por tanto, esto puede explicar las dificultades que pueden presentar algunos alumnos en aritmética: lo que se ve no se conecta con lo que se oye.
Un aspecto importante que engarza  la educación con esta nueva ciencia, que ha vendido en llamarse "Educación, mente y cerebro" es la educación de la responsabilidad.
 La parte del cerebro encargada en tomar decisiones reside en los lóbulos frontales. Dichos lóbulos no terminan de madurar hasta los 20 años. Y eso podría explicar porque nuestros adolescentes presentan tantas conductas irresponsables. Aunque esto tiene una doble lectura. Si no educamos a nuestros hijos en la responsabilidad, tampoco se contribuirá al desarrollo de los lóbulos frontales.
Nuestros padres, nuestros abuelos, a edades muy tempranas, desempeñaban tareas con total normalidad y de manera eficiente.  Hoy día no podemos pensar en que las hicieran nuestros adolescentes.

Es cierto, que en las sociedades avanzadas el periodo de adolescencia  se alarga cada vez más. Hace poco he leído en prensa, por ejemplo, que se podrán encadenar contratos profesionales de formación hasta los treinta años. En televisión se habla "de jóvenes" con más de 35 años. Cuando todos sabemos que todas las cualidades físicas declinan, salvo la resistencia física si se entrena, a partir de esa edad o incluso antes.
Muchos psicólogos han cuestionado el origen biológico de la adolescencia. Arguyen que es una etapa creada por la sociedad. En muchas tribus primitivas no hay adolescencia. En cuanto sus individuos adquieren la madurez sexual, mediante un rito, o una prueba de esfuerzo y valor  a los varones se les considera adultos. No hay tránsito entre la infancia y la vida adulta.
Quizás en nuestras sociedades estemos sometiendo a nuestros hijos y alumnos al efecto de "Peter pan". Y crezcan en una inmadurez permanente. Para evitarlo, hay que educar en la responsabilidad, desde bien pequeños. Podría incorporarse al currículum una educación de la responsabilidad. En este aspecto, como en otros muchos, la tarea recae fundamentalmente en padres y profesores. Educa la tribu entera, como dice machaconamente José Antonio Marina.

 Para educar la responsabilidad, evidentemente primero se ha de predicar con el ejemplo y aplicar sobre todo el sentido común.  No confundir responsabilidad con obediencia, aunque el ejercicio de la responsabilidad conlleve muchas veces la obediencia. Hay indicadores que nos pueden decir si nuestros hijos se van educando en ese camino. Para eso, los padres y los profesores debemos de ser coherentes en nuestras decisiones. Imponer castigos previamente establecidos si es necesario. Por ejemplo, si a nuestros hijos tenemos que repetirle continuamente que debe hacer los deberes, esto indica que podemos mejorar. O si siempre echa la culpa de todo  a terceras personas o se escuda en excusas, está claro que hay que trabajar la responsabilidad. La esencia última es que nuestros hijos, piensen, y actúen con libertad y responsabilidad. Aristóteles decía que la valentía era el puente que une la razón con el deseo. Quizás la esencia de la educación sea anclar bien estos tres elementos a los que se refería Aristóteles en nuestros hijos.

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